1995
-1996 son años de decisiones, de apostar y soñar por algo, ser artistas
aunque ese ser no estaba definido. Fueron años de vida desbocada entre
drogas, alcohol, relaciones que solo desvelaban preguntas. No sé si queríamos
cambiar el mundo pero entre tanta incertidumbre enfrentarnos al dibujo, la
escultura y el grabado se transformaban en puntos de fuga. La realidad
atosigante del arte cada vez se presentaba ante nosotros y sentíamos que nos
desplazaba, que nos enterraba en el camino. Sin embargo seguimos haciendo,
creando. No sabíamos nada más que hacer, nuca habíamos trabajado formalmente,
ni siquiera estábamos entre los artistas con perspectivas de éxito. Ni lo somos
ahora. Pero fuimos marcando nuestro propio camino que nos permite estar todavía
diciendo, hablando, callándonos como reminiscencia de una época en donde las
reorientaciones de la visión del arte fueron constantes y fuertes, a la final
este contexto de transformaciones agenciadas independientemente por los
estudiantes provoco la posibilidad de ir más allá y poner en
cuestionamiento de lo que experimentamos como aprendizaje académico.
Esto no es dibujo expandido: Para empezar este es un dibujo de 1995 a
partir del cual empece a dejar los ejercicios clásicos de la academia.
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