SEGUNDOS ENCUENTROS DE LA RAZÓN INCIERTA 2009
Procesos Locales
(Desde el Sur de Quito)
20 de julio de 2009
Martín Samuel Tituaña Lema
En
esta última década, varias organizaciones del sur de Quito han experimentado la
conformación de un frente común con propuestas provenientes de una serie de debates,
foros y asambleas culturales que funcionan como intermediarios entre las
formalidades de la dirigencia barrial y la institucionalidad, cuestionando
desde ese intersticio los vacíos que estas dos formas de gestión provocan.
Estas prácticas, que buscan y
promueven que los sujetos y comunidades definan por sí mismos el sentido de su
experiencia, traen implícitos lineamientos para enriquecer las relaciones
colectivas trabajando desde la solidaridad, lo ético, la no-discriminación, la equidad y la integración,
a partir de una
estructura permeable y horizontal vinculada a una especificidad política y
social. Estas experiencias de organización se plantean, en algunos casos, desde la vulnerabilidad y la no
espectacularidad del acto y, en otros, usando “el espectáculo” como herramienta
discursiva para transitar aleatoriamente por los círculos institucionales, pero
lejos de los modelos autoritarios.[1]
Además, proponen otras rutas
operativas y la recuperación de la comunicación y el sentido comunitario. Estas
problemáticas urbanas alcanzan una gran
complejidad; ya no bastan las opiniones y las voces de los especialistas,
técnicos o políticos que plantean sus propuestas como inclusivas y que no
corresponden a las necesidades ciertas de la comunidad. Sin embargo, la
comunidad propone un sentido inclusivo trastocado: que los especialistas se
incluyan en la realidad de la ciudad y en los procesos sociales y organizativos
que éstas promueven y que generen desde allí su línea de trabajo, ya que el
nivel de desarrollo propio de las comunidades cubre un sinnúmero de vacíos que
sus políticas exclusivas construyen (políticas culturales homogenizantes,
historicistas y patrimonialistas). Es necesario, entonces, tener en cuenta los
niveles y espacios de aportación compuestos por la colectividad y localizar lugares
neutros de mediación para fomentar una interdependencia positiva en pos de
mejorar la calidad de vida.[2]
Alrededor
de 1997 en el sector Sur de la ciudad de Quito se da a conocer el proyecto Centro Cultural del Sur, CCS, en el
barrio de la Magdalena. Este
proyecto enfatiza en un discurso que contiene varias demandas políticas y
culturales de carácter progresista frente al centralismo de la ciudad. Antes
que reclamar la construcción de una infraestructura al gobierno local se inicia
una serie de reuniones en casas de dirigentes de las organizaciones, casas
barriales o espacios abiertos como la Concha Acústica,
entre otros. El CCS no gestiona desde un lugar fijo o burocrático, ni pretende
esa estructura, hecho que lo diferencia y trastoca las relaciones con la lógica
institucional, estableciéndose a manera de un organismo, de una gestión y un discurso
que existe al margen del marco legal. Es un organismo variable, que se acerca,
se distancia y se acciona cuando la circunstancia lo amerita, y lo hace desde
la praxis. Es una estrategia de existencia, de demanda y cierta abstracción
legal frente al oficialismo, pero con la finalidad urgente de facilitar
diálogos, encuentros, intercambio e incluso debates entre las agrupaciones culturales,
en primera instancia, la comunidad y, posteriormente, con el sector
institucional. Esta cualidad y sentido de organización corresponde no sólo a la
idea del CCS, sino que refleja y recoge
el carácter de los grupos organizados de base que lo viven y lo practican
diariamente.
A
mediados de la década de los 90 e inicios de 2000, los objetivos de este
singular proyecto se concretan progresivamente gracias a los aportes y a la
dilatada gestión independiente de diversas organizaciones provenientes de los
núcleos barriales, creadas a partir de 1987, como: Movimiento Rockero al Sur
del Cielo,
su convocatoria fue tal que empezó a conformarse en un masivo colectivo
juvenil, y es en Diciembre de 1987 cuando nace el Movimiento "AL SUR DEL
CIELO" denominándose como "TRANSILVANIA CLUB", en esta fecha
empezó al histórico festival "AL SUR DEL CIELO", que por ese entonces
se denominó "ROCK POR LA VIDA"; el lugar en donde se llevó a cabo
este concierto fue la Concha Acústica de la Villa Flora, sitio en donde se lo
desarrolla hasta la actualidad. Con este
nombre se mantuvo durante 5 anos, a partir de aquí el movimiento se agrupa como
"LOS DEFENSORES DEL ROCK", y desde este momento toma fuerza
involucrándose mas con el sentido social de todos los que lo conforman e
iniciar un espacio de creación, reforzando la propuesta musical mediante las
temas inéditos que son presentados por las bandas que participan en el evento. [3]
Centro
Cultural Pacha Callari (La
Ferroviaria Alta, 1993) desarrollando una intensa actividad social
y cultural en los sectores urbanos populares, desde un enfoque intercultural. Nueva
Esperanza Juvenil (La
Ferroviaria Baja, 1993), Centro Cultural del Sur (1997), Alquimia
Teatro (Turubamba Bajo, 1997), Alternativa Sur (Turubamba Bajo 2008), Débora Expresiones
Juveniles (Turubamba 2008) trabajando desde el audiovisual en coordinación con
colegios de la ciudad cuyo el fin es:
reforzar el
espacio –propio- que se generó en el primer año de la campaña en el cual las y
los estudiantes de los Colegios Amazonas y Simón Bolívar se apropiaron del
proceso para informarse, expresarse libremente; de esta manera dieron a conocer
sus necesidades y plantearán soluciones viables a los problemas que les aquejan
por medios del Cortometraje y a través de foros. Una parte integral del proceso
es la producción de un cortometraje por cada colegio participante. También la
realización de los contenidos para una página web, enmarcados en la cooperación
intercolegial. Después de recibir la adecuada capacitación en los talleres de
actuación, guionización, manejo de equipos, periodismo.[4]
La Escuela Andina Amauta (Oriente Quiteño, 1999) fundada en
septiembre del 1999 en la celebración de las fiestas del Koya Raymi cuando se
siembran las semillas y se venera a todo lo que es femenino.
Amauta es una organización que comparte acciones con
los grupos organizados, que defiendan el derecho a la vida, la paz, el respeto
universal entre todos los seres vivientes del planeta Tierra. AMAUTA del
Quichua recoge definiciones de: él que conoce, el sabio, el maestro. Amauta
cumple DIEZ AÑOS de hacer, de compartir y de gestionar actividades sociales y
culturales a nivel comunitario. Entre altos y bajos, por el hecho de la falta
de políticas culturales de los gobiernos de turno. [5]
Teatro
Entretelones y Festival del Sur (La Magdalena, 2000), Daquilema Colectivo Cultural (Tránsito
de Chillogallo, 2002) sustentando gran parte de su accionar mediante la autogestión,
lo que
les ha permitido obtener experiencia en el desarrollo de sus diversas
actividades, generando así desde su espacio actividades artísticas-culturales y
sociales. Su principal objetivo es fomentar y fortalecer a través de
arte y sus diferentes formas de expresión una cultura con verdadera identidad,
mediante el trabajo conjunto con barrios, colectivos culturales y
organizaciones fraternas, permitiendo organizar, crear encuentros de música,
danza, poesía, teatro, colonias vacacionales. Logrando así potencializar las
destrezas de niños, jóvenes y adultos. [6]
La
revista audiovisual informativa y trimestral Telón de Acero, preocupada de la escena
nacional, única en su género permite a su audiencia conocer la movida tal como
se presenta y difundir a nivel nacional e internacional la cultura rock del
Ecuador. La revista compila eventos nacionales, video clips, videos históricos,
demos, lanzamientos de cds, arte metal y entrevistas ect. Durante 20 años se ha
generado múltiples demostraciones de cambio y progreso tanto en el campo
musical como organizacional, lo que ha convertido al rock en el eje motor de
toda una cultura subterránea, lo cual nos da la pauta para elaborar un trabajo
conjuntamente con las bandas y organizaciones, al que se une un inmenso
conglomerado de público seguidor de este estilo de vida.[7]
El Espacio Centro de Artes Zona Libre de Rodrigo Viera
2000, Tranvía Cero Colectivo de Arte Contemporáneo desde el 2002 da una propuesta independiente y
autónoma surgida de la necesidad de confrontar, responder y resistir a una
visión oficial de la cultura. Para tal objetivo: genera, apoya y ejecuta
propuestas de arte plástico y visual con énfasis en la esfera urbana a través
de la capacitación, asesoría y gestión comunitaria. Con lo cual crea y
fortalece vínculos con otros actores sociales y organizaciones de diferentes
disciplinas. Con su proyecto de arte urbano al
zur-ich,
Planteado como un proyecto
independiente con una política de integración e inserción artística en la
esfera urbana genera alternativas visuales que conjugan el ejercicio plástico
con la comunidad a través de la investigación y experimentación del arte
contemporáneo en los barrios del sur y de un adecuado acercamiento a sus
organizaciones para consolidar la identidad de estas periferias en el campo
cultural desde sus imaginarios, tradiciones, costumbres históricas y contemporáneas
como elementos primordiales de debate.[8]
La
Totora Colectivo Teatral, Colectivo el Depósito (Cdla. Atahualpa, 2003), Teatro
Uña de Gato, Barrio El Tránsito de Chillogallo y Barrio
Lucha de Los Pobres.
Estos
espacios organizativos se han generado y se sostienen a partir de núcleos
familiares, otros desde los núcleos de jóvenes y amigos que no han necesitado
de la elaboración de un marco teórico o proyecto definido a cabalidad, sino
que, la práctica y los años de trabajo les han permitido construir un discurso
que muchas veces coinciden y en otras sobrepasan el campo de discusión teórico.
En
1998, el Centro Cultural del Sur y
otras organizaciones, con la idea implícita
de trabajar como Red, elaboran el primer Plan de Desarrollo
Cultural del Sur (1998 – 2008) que discurre desde dos ejes central:
comunicación y educación. Plantean que estos ejes son responsables de la
recreación de valores y conductas, de generar una nueva conciencia con
relación a la responsabilidad individual
y colectiva y sobre el adelanto de una sociedad que debería orientar programas
para elevar el nivel de reflexión de los pobladores. “La educación y comunicación
deberían ayudar a la resolución de uno de los problemas de mayor complejidad;
encontrar un equilibrio entre la ciencia, la tecnología y la cultura, aportar
para que el esfuerzo científico y técnico se manifieste como un servicio al
hombre, al desarrollo de la colectividad y no como una amenaza de los seres
humanos”.[9]
En
torno a esta experiencia este espacio intersectorial se ve en la necesidad de
discutir con más amplitud los aciertos, vacíos y objetivos de la gestión
individual agenciada desde los barrios. Así, para el 2005, se realiza la Asamblea Cultural del Sur en el Colegio Amazonas con la finalidad de conocer con
mayor amplitud el número y el nivel organizativo del sector que acciona
periféricamente, pues siempre se teme crear pequeños círculos que concentren
beneficio de cualquier índole. A esta asamblea concurren alrededor de 200
agrupaciones de diverso tipo y se evidencia que la propuesta, además de
articular diálogos y encuentros, no se limitó ni se limita a grupos organizados
desde el tema cultural o artístico sino a un espectro amplio como consta en el
registro de esta asamblea:
Comité Barrial El Carmen, Colegio Vida Nueva, Colegio
Amazonas, Parque Italia, Asocine, Taller Intercultural Universidad Simón
Bolívar, Federación de Barrios de Carcelén, Asamblea Popular Villa Flora,
Gremio De Constructores de Guitarras de Pichincha, Universidad Salesiana,
Fundación Patronato Municipal San José, Centro de la Experiencia del Adulto
Mayor, Academia Yolanda Quimbita, Asociación de Ligas Deportivas Barriales de
Pichincha.[10]
En
el Foro Sur 2007 realizado en la Universidad Salesiana
del Sur se elaboran las primeras cartografías culturales del sector, cuyo fin
es continuar trabajando la recuperación de la memoria e inicialmente se propone
la creación de los polos de desarrollo. Subsiguientemente, varios
representantes de las agrupaciones del sector intervienen en la Asamblea de las Culturas
de la Universidad
Andina Simón Bolívar del 2007, espacio en donde se opera como
Red y en un sector ampliado y académico de la ciudad con propuestas más
consolidadas. Una de las últimas experiencias que se discute como foro es la
creación del Polo de Desarrollo del Sur realizado en el 2008 y promovido por el
movimiento rockero Al Sur del Cielo. En éste se recalca el tema de la
cartografía y la memoria, a más de plantear a la Red, como un ente consultor de las políticas
publicas que el gobierno local pretenda implementar en el Sur. Entonces, el proyecto CCS ampliará sus
lineamientos con la intención de socializar estas experiencias que se
desarrollan independientemente y plantea la conformación de la Red
Cultural del Sur
en base a una participación abierta cuyos lineamientos, fines, objetivos se
vienen trabajando, debatiendo y procesando paralelamente a los foros y
asambleas con la finalidad de superar una serie de vacíos encontrados en el
trayecto.
Así, la Red Cultural del Sur, en la misma lógica que el CCS,
no se planteó como una asociación, ni una institución en el sentido
tradicional. Por lo tanto, no es una propuesta generada desde una agrupación
particular, sino una propuesta que se ha venido gestando a partir de la articulación,
reflexión y trabajo materializado y del que se crea continuamente entre
vecinos, organizaciones, grupos, proyectos, entre otros, participando
voluntariamente del espacio de trabajo a título personal y/u organizacional.
En los hechos somos: personas a
título individual, personas naturales, gestores culturales, artistas,
profesionales, organizaciones artísticas y sociales etc., que hemos venido
funcionando como una RED con una estructura horizontal, que se ha generado
desde un ámbito de diversidad social y cultural, interdisciplinario e
intersectorial, intercambiando experiencias y buscando nuevas soluciones a las
limitadas ofertas culturales y a las problemáticas urbanas del Sector Sur de
Quito.[11]
Sin
embargo, los insumos producidos en estos espacios de debate y movilización
cultural no circulan y no se reconocen en los espacios oficiales y estos, a lo
mucho, acrecientan los archivos institucionales o son sujetos de investigación
académica, pero casi nunca sus aportes son tomados en cuenta para la generación
de políticas. En este contexto de movilización se leen algunos objetivos dirigidos
a deliberar en torno a aspectos como la descentralización, reordenamiento
económico, simbólico, patrimonial, político, de la infraestructura, proyectos,
eventos, de discurso y pensamiento implícitos en el trabajo político de estas
organizaciones.
Esta
labor si bien responde a inquietudes, iniciativas y necesidades específicas de los barrios,
también es producto de las fallidas políticas culturales, públicas y de
participación diseñadas desde una institucionalidad distanciada de esas formas
de gestión periférica. Síntoma que ha
llevado a la construcción de una ciudad centralista en todos los ámbitos y más
en el campo cultural, pues este no ha sido debatido suficientemente y se refleja
en los espacios de representación sociopolítica, sociocultural y simbólica
producidos desde un sector de la ciudad que no representa la diversidad
existente en ella.
Luego
de un breve análisis y diagnóstico concluimos que el nivel de comunicación al interior
de este proyecto no tiene una estructura que promueve la difusión de las
actividades en el Sur y en un sector más amplio de la ciudad, afectando a la
circulación masiva de esos insumos y a la visibilización de procesos políticos,
sociales, culturales anteriores y contemporáneos. Vemos, asimismo, que esta
falencia ha provocado cierta fragmentación en las relaciones y ha coartado la
implementación de una política amplia que visione más allá de los proyectos que
desarrollan con independencia las organizaciones en sus barrios.
Otro
de los temas que ha afectado a la concreción del proyecto RDS proviene de los
rezagos existentes y, que no terminan de superarse, provocados por políticas
partidistas, clientelares,
privatizadoras de la economía y de los espacios públicos y utilizados en
inicio como herramientas de negociación política desde la comunidad y desde los
partidos. La demanda de ética y transparencia
en el manejo de lo pública es un fenómeno político notable de los últimos
tiempos, fenómeno que sin duda es reflejado en la opinión pública general. La
mayor parte de los hechos gubernamentales son sospechosos de corrupción y de
intereses oscuros, porque se procesan por métodos de gestión que ocultan y
deforman, en lugar de mostrar y esclarecer. La sociedad reclama transparencia
en las decisiones, información de las finalidades, ética en el manejo del poder
y el uso de los recursos públicos, lo que lleva implícito la demanda de un
modelo diferente de gestión, que asegure un escenario de decisión visible,
accesible y participativo propenso al
control democrático.[12]
Esta
adhesión y preocupación global para la obtención de una política que no tiene
la intención de homogenizar, sino la de facilitar diálogos e implementación de
herramientas técnicas, no tiene un sentido de obligatoriedad ya que es evidente
que cada organización cumple con sus objetivos y aporta con eficiencia en sus
barrios y quizá ese sea un elemento positivo que no permite adherirse a
compromisos más amplios. A más que su labor cuestionadora y crítica no tiene
por qué enfrentarse a la institución abiertamente, sino que su trabajo, creemos,
es más importante cuando transita periféricamente generando y detonando mayores
niveles de organización con otros
objetivos que no van hacia la toma del poder, sino a mantener espacios
reducidos de incidencia y con repercusiones más fuertes, a diferencia de los
que se podría obtener en base a un cuestionamiento abierto y visible pues esto
detonaría fácilmente sus intenciones políticas.
Entre
estas tensiones: generación de políticas amplias, trabajo independiente y
circulación periférica, oposición abierta a la institucionalidad y
cuestionamiento continuo a la organización barrial para promover cambios en sus
formas de gestión, la Red
se plantea como un espacio de debate,
comunicación, intercambio de información y capacitación desde la gestión
comunitaria con el fin de articular las actividades,
discursos y contenidos de las
propuestas organizativas del sector; implementando una mesa de discusión permanente en torno a
estas experiencias de carácter cultural, social, artístico etc. Además, busca
promover un intercambio mutuo de mecanismos de gestión provenientes de la
práctica y la teoría con la finalidad de generar herramientas más eficientes de
investigación, tratamiento de la información de los aportes, niveles de
impacto, recepción, circulación, difusión e interpretación de los insumos
culturales.
En esta trama y entorno pensamos
necesaria la implementación de políticas que medien entre lo global y lo
particular o independiente a partir del estudio, de las formas y medios de
gestión de estos organismos para esbozar sus posibles aportes e impacto de sus políticas,
estrategias simbólicas y de gestión cultural, el movimiento económico y
productivo que este promueve en el sector, sus modos, formas y estrategias de
cuestionamiento y representación simbólicas.
En este sentido, acogemos la concepción
metodológica de la Planificación Participativa y Gestión Asociada
aplicada desde hace casi veinte años en distintos lugares de Latinoamérica. Con
la conformación de la Red Cultural del Sur se pasa a un modelo de
prácticas asociadas, cogestivas (entre Estado y sociedad), asentadas en modos
de elaboración que significan: trabajo conjunto, construcción de vínculo,
producción de conocimiento y de soluciones adecuadas-apropiables. Un modelo con
el que crece la agregación de los actores sociales y gubernamentales en una
alianza capaz de configurar una contrapresión a la inercia de las prácticas
descompuestas y desarticuladas de un tejido social resquebrajado, inmerso en un modelo cultural que propone y
reproduce fragmentación, y a los megaproyectos o grandes emprendimientos de los
inversores del mercado, sostenida en otras formas del vivir (convivir) urbano.
El grupo objetivo es la población de todo el Sur
de Quito en general, que a través de diferentes
procesos/proyectos/escenarios/propuestas desarrolla prácticas de planificación
participativa y gestión asociada, que van configurando una forma de conocer, “saber-hacer”.
En los antecedentes de estas prácticas, desarrolladas
y promovidas desde fines de 1997 hasta la fecha, podemos hablar de un número de
personas que han transitado por los diferentes escenarios. A su vez, cada
proceso/proyecto, de acuerdo a su grado de avance y etapa en la cual se
encuentre, sumado a la situación socio-política contextual de coyuntura, puede
en determinados momentos potenciarse o no. Como la búsqueda está orientada a la
configuración de actores colectivos del orden de lo técnico-político-comunitario,
sobre la base de una estructura de red mixta socio-gubernamental, que aborda
problemáticas de la cultura y su desarrollo, este nuevo actor que se estaría
configurando no pertenece a un sector en particular, sino más bien, es el
producto de la intersectorialidad, la interdisciplinariedad y la participación
abierta de los diferentes actores involucrados, necesarios e interesados en las
diferentes problemáticas abordadas.
Los efectos de la propuesta alcanzan a toda la
comunidad al aumentar la eficiencia y eficacia de las decisiones y acciones que
se desarrollan al involucrar de manera directa a un número variable de personas,
que se beneficiarán con la capacitación en una práctica innovadora y que
ejercita sus posibilidades de incidir en la construcción de las políticas
culturales y de profundización del sistema democrático.
Este es un proyecto en red para mejorar las
condiciones de la calidad de vida, como un proceso/proyecto de desarrollo
cultural local y profundización democrática inserto en la ciudad metropolitana
de Quito.
El proyecto está orientado a promover,
desarrollar y sostener escenarios de planificación participativa y gestión
asociada en el área cultural, que congregue actores diversos, gubernamentales,
no gubernamentales, comunitarios, académicos, para la elaboración de planes y
proyectos de gestión cultural y artística. En estos escenarios debe generarse
un proceso de asociación de recursos y saberes para la producción conjunta de
pre-decisiones de desarrollo de la cultura, que se traduzcan en estrategias
habilitadoras de las condiciones de cambio y de trayectorias apropiadas para
las acciones pertinentes. La participación social en este sistema en red puede
realizarse a título individual o a través de diversas formas organizativas,
inclusive otras redes.[13]
Bibliografía
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Bogota 2006
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